Albóndigas de espinaca con salsa de tomate en papillote (spinach balls with tomato sauce)

Esta receta la saqué –modificada- de mi libro ¨Papillote. Secrets of papillote cooking¨ del chef Gil Pique, una maravilla que contiene ideas simples, estéticas y muy nutritivas.

Las ventajas de cocinar en papillote es la limpieza y fundamentalmente que las comidas conservan aún sus vitaminas y aportes alimenticios, ya que no los destruímos durante la cocción. El proceso, muy sencillo, consiste en ¨encerrar¨ herméticamente el alimento en parchment paper/ papel para horno (no confundir con wax paper!) o en foil de Aluminio. No debemos olvidar de precalentar el horno, engrasar (yo uso spray antiadherente) el foil y dejar espacio suficiente para que quede aire adentro.

Los ingredientes serán como para poder armar las albóndigas, es decir, que se puedan trabajar. Gil utiliza como ligante para 4 atados de espinacas blanqueadas, picadas, sin los cabitos, 1 huevo más media taza de queso cottage. Ahí está mi variante, yo usé las espinacas crudas y necesité como ligante dos huevos y un puñado de avena arrollada. El resto de los ingredientes: queso gorgonzola en trocitos (Suizo para Gil), nuez moscada/nutmeg, ajo en polvo, sal, pimienta.

Para la salsa, yo utilicé salsa de tomate ya lista de frasco, Gil combinó yogur con pasta de tomate y queso Parmesano rallado.

Engrasamos el papel o el foil, vertimos un poco de salsa de tomates (guardar bastante extra) formamos las albóndigas lo mejor posible, nos ayudamos con una cuchara, las ubicamos sobre la salsa, cerramos el papillote y cocinamos por unos 15 min. aproximadamente a horno moderado 400oF.

Nota: Gil mezcla los ingredientes de la salsa, los calienta en un bol de horno, cocinando las albóndigas en forma separada. Yo preferí poner un poco en la base para que al cocinarse, las albóndigas tomen el sabor del tomate aún más, pero, no es necesario).

Si cocinan las espinacas y las exprimen, será más fácil hacer las albóndigas, pero perderán todos los beneficios de este tipo de cocción. Dejarlas crudas es mejor, aunque se dificulta el armado. Blanquearlas, una opción intermedia, es pasarlas rápidamente por agua hirviendo, así perderán la rigidez.

Como ven, esta receta es super fácil, dietética, nutritiva, no contiene grasa ni harina.