En casa dicen los varones ¨no me gusta el arroz amarillo¨, sin embargo, hice arroz con pollo y les digo ¨es paella¨, y no protestan! Demás está decir que este plato no es paella, pero es bastante parecido, si no fuera por algunos detalles, incluso papá dice que la paella se originó con animalitos de granja (pollo, conejo) y es cierto. Sea como fuere, mi hijo dijo que estaba más rico que la paella de la sociedad catalana, lo cual ya es demasiado halago.
Vamos a rehogar las presas de pollo en manteca, no es necesario que estén totalmente cocidas, pero sí doradas. Retiramos el pollo de la cacerola, sal pimentamos, y tiramos todo el excedente de la fritura. Yo, directamente lavo la cacerola y le pongo una cuchara de manteca limpia, para rehogar luego:
Cebolla y ajíes morrones en trocitos
Puntas de espárragos
Uno o dos dientes de ajo picados que se incorporan luego de los primeros ingredientes.
Opcionales: trocitos de apio, champignones, algún tomate para el que le guste, arvejas.
Una vez clarificados los vegetales, ponemos el arroz blanco y revolvemos, para clarificar y sacar el almidón. Se calcula un puñado por persona y un poco más para repetir.
Inmediatamente, incorporamos agua cubriendo todo, sazón para arroz (o en su defecto, según el bolsillo de cada uno, azafrán), flores de azafrán, hierbas finas (tomillo, orégano, salvia, albahaca). Dejamos cocinar destapado hasta que el arroz esté a punto. Agregar agua de ser necesario.
Si al llegar casi al final de la cocción ven que el pollo aún está rosado, please, le hacen un tajo a cada presa, preferible que no esté tan estético y que esté cocido para evitar enfermedades.
Al servir, agregamos un poco de perejil picado, o, porqué no, huevo duro picado.
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